
Hay una cosa que hace bello al Mapocho antes los ojos comunes: esa flor roja que creció en su orilla.
Hay una cosa que hace bello al Mapocho ante los ojos ya no tan comunes: esa gentecita que se ve atrás, que vende weaitas de lo más choristicochorizo.
Hay una cosa que hace bello al Mapocho antes los ojos de alguna idiota: el ratón del día del Picnic, que pucha que tenía ganas de verlo de cerca.
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