Pintar

Pensaba saltar por mi pequeña ventana, cargado con una mochila llena de pinturas, se sprays, rodillos, brochas y pinceles.
Saltar por mi ventana en el tercer piso y luego salir volando por los demás edificios y comenzar a pintarlos con colores, con todos los colores posibles. Luego ir a las calles y pintar verde sobre el gris asfalto y las veredas cafés, como si estuviéramos en medio de la flora.
Levantaría, con mis brochas, árboles más altos que los edificios y sembraría con mis pinceles flores de todos los tipos alrededor de los caminos.
Con mi goma de borrar haría desaparecer todas esas instituciones que provocan tintes grises a este gran dibujo.
Con mis lápices de palo trazaría en todas las personas una gran y sincera sonrisa, con ojos abiertos y mirando de frente, narices de todos los tamaños, oídos atentos, pelos de todas formas y bocas con miles de palabras para que digan sin miedo. Dibujarles manos para que compartan, brazos para que se abracen, ombligos para que se los miren, piernas para saltar, pies para caminar, y así, miles de cosas.
Miles de cosas haría, menos dibujar en sus mentes egoísmos y apatías, en sus ojos rencor y soberbia, en sus manos violencia y avaricia, porque ni a sus cuerpos ni a sus mentes los sumiría a los grises colores que los desgastan y borran sus colores interiores... y es que ante todos esos feos trazos, dibujaría y pintaría con el más bello color que refleje el amor que nos encerraron dentro de aquel dibujo gris.
El problema ahora es que me falta pintura y personas que me ayuden a pintar la ilógica en este mundo de lógicas cotidianidades impuestas por grandes lápices sin punta.
¿Y tú, saldrías a pintar conmigo?

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